
Con un extraño sopor recordaba
aquellas noches de luto
al abrir los ojos del sueño
la sangre adornaba el cuarto
que visión más esplendida
con un lúgubre regaño
reclamaba el desperdicio
de ese muy preciado liquido
el dueño del elixir
sin mucha preocupación
se la dio como dulce obsequio
que recibió con adoración
el carmesí manantial
corriendo por su garganta
¡oh! que sabor exquisito
que le llena toda el alma
noches pasaron
más esa inolvidable
recorría su ser
con deseo insaciable
años pasaron
y aun así
la noche seguía
clara como el mismo día
tanto tiempo pasó
e inesperadamente
su silueta la abrazó
una noche más
el destino los unió.
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